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Domingos con sabor a casa. El secreto familiar mejor guardado de la ciudad.

Un rincón de España, familiar y auténtico, en el corazón de México


Cuando le pregunté a Julián si podía hablar unos minutos para una pequeña entrevista, su respuesta fue cálida y rápida: "Todo oídos", me dijo entre risas. Y en ese tono cercano y acogedor transcurrió nuestra charla, que terminó convirtiéndose en una postal muy viva de lo que sucede cada domingo en El Puntal del Norte.


Le pregunté a Julián por el hit del mes, su respuesta fue clara: lo que ocurre cada domingo en este restaurante, que ya es una leyenda por la bella comunidad que se ha formado . “Los domingos es muy familiar y vienen muchísimas familias. Es lo bonito, que hay un ambiente muy de casa”, me contó.



Un domingo diferente


El Puntal del Norte no es como cualquier restaurante. Es un pedazo de España, con alma de familia y corazón de vecindario. Cada domingo, las mesas se llenan de risas, abrazos entre conocidos y saludos cruzados entre mesas.“Después de 11 años, ya es una gran familia. La gente se conoce, se manda vino de una mesa a otra… eso crea seguridad, tranquilidad”, cuenta Julián con orgullo.


Uno de los mayores atractivos es el espacio para los niños. Pero no se trata de un rincón con crayones y papel, sino de una zona amplia y bien pensada.“Aquí es enorme. Estamos hablando de 30 metros de largo por 10 de ancho. Los niños corren, pintan cerámicas, saltan en el colchón inflable y conviven con cuidadores que juegan con ellos”, describe. Mientras los más pequeños se entretienen, los padres disfrutan de la comida con calma, sabiendo que sus hijos están bien cuidados.


Area de juegos para niños y niñas
Area de juegos para niños y niñas
Niñas y niños jugando en el trampolin del Puntal del Norte
Niñas y niños jugando en el trampolin del Puntal del Norte


Un festín para grandes y pequeños


Pero si hay algo que realmente hace del Puntal un lugar especial, es su cocina. Julián lo dice con convicción:“Nuestro fuerte son los pescados, mariscos y los lechones. El lechón es espectacular”. Y si de recomendaciones se trata, no hay que pasar por alto la chistorra de Navarra, que describe como “extraordinaria, riquísima”.

En días frescos y lluviosos, hay un clásico que nunca falla:“Mucha gente los domingos te pide una buena fabada. En este clima entra perfecto”, asegura. Y si hablamos de arroces, el restaurante ofrece paellas y otros platos que reflejan la tradición española en cada cucharada.

La carta, aunque constante, se renueva con sugerencias del chef.“Siempre hay algo nuevo. No queremos aburrir a la gente. Y en vinos, constantemente estamos metiendo etiquetas nuevas”, añade. La selección incluye vinos de distintas regiones de España, y para acompañar, cervezas como Estrella Galicia y Mahou, servidas de barril.


Los niños tampoco se quedan atrás. Hay menú infantil con nuggets, croquetas, pasta, filete empanizado y helados de distintos sabores. Aunque, como Julián menciona entre risas, algunos padres prefieren que sus hijos prueben el pescado y “aprendan a comer”. "Lo importante es que todos estén contentos”, comenta Julián.



Salmon, croquetas de Bacalao y cerveza Mahou




España con acento propio


El ambiente del Puntal es 100% español. “El chef es de allá, el capitán, yo también”, me dijo Julián, orgulloso. El resultado es un ambiente genuino, donde los sabores, la atención y la calidez evocan a las tabernas y casas familiares de España.

El menú, el servicio, los vinos, los sabores… todo lleva el sello de una tradición bien cuidada. “En la ciudad hay muchos restaurantes que parecen son españoles, pero no lo son. Este sí. Esto es 100%”, remata con una sonrisa que se escucha por teléfono.


Los domingos en el Puntal no son solo un día de la semana. Son una celebración continua de la familia, de la buena comida y de una comunidad que se ha formado entre charlas, vinos compartidos y niños corriendo por un patio enorme.

Si algún día te preguntas a dónde ir un domingo para comer bien, sentirte como en casa y ver a los niños felices, ya tienes la respuesta: El Puntal del Norte.

Y como dijo Julián al final de la llamada, con esa generosidad tan suya:

"Ven cuando quieras. Yo te invito a comer."



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